En la búsqueda de fuentes de energía más sostenibles y amigables con el medio ambiente, Ecuador ha experimentado una importante transición en los últimos años, pasando de depender en gran medida de la energía termoeléctrica a impulsar la generación de energía hidroeléctrica.
Esta transformación ha sido posible con proyectos clave como Coca Codo Sinclair, que ha reducido la producción de energía termoeléctrica abriendo paso a una más limpia y renovable. El contexto energético previo a la transición, las razones detrás del cambio hacia la energía hidroeléctrica, los beneficios obtenidos y los desafíos que aún persisten son aspectos que revisamos.
Durante años, Ecuador dependió de la energía termoeléctrica obtenida de la quema de combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural.
Esto conllevaba implicaciones ambientales significativas, ya que la generación de energía a partir de combustibles fósiles es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático. Además, la producción de energía termoeléctrica también presentaba desafíos económicos, ya que Ecuador debía importar combustibles para abastecer sus plantas generadoras.
Por la necesidad de diversificar su matriz energética y reducir su dependencia de los combustibles fósiles, el país emprendió una transición hacia la generación de energía hidroeléctrica basado en el rico potencial hidroeléctrico, propio de su geografía montañosa y abundantes recursos hídricos. La energía hidroeléctrica utiliza el flujo del agua en ríos y embalses para mover turbinas y generar electricidad de manera limpia y renovable.
Durante la transición, se implementaron varios proyectos hidroeléctricos clave. Uno de los más destacados es Coca Codo Sinclair, central hidroeléctrica de gran envergadura ubicada en la provincia de Napo, con una capacidad instalada de 1,500 megavatios, fundamental para el cambio de matriz energética que ha significado que al menos el 92% de generación eléctrica nacional sea hídrica.
En términos ambientales, la generación de energía hidroeléctrica produce cero emisiones de gases de efecto invernadero durante su funcionamiento, lo que contribuye a la reducción de la huella de carbono del país y a la mitigación del cambio climático. Además, la energía hidroeléctrica permite preservar los ecosistemas naturales al no generar residuos tóxicos ni contaminantes.
En el ámbito económico, la energía hidroeléctrica ha impulsado la creación de empleo local en la construcción y operación de las centrales, lo que ha beneficiado a las comunidades cercanas a los proyectos hidroeléctricos.
Asimismo, el cambio hacia fuentes de energía renovable ha permitido disminuir los costos energéticos a largo plazo, ya que la generación hidroeléctrica es menos dependiente de la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles y además significa un ahorro para el país de al menos unos 226.26 millones de dólares al año evitando la compra de combustibles fósiles y 195 millones de dólares anuales al evitar las emisiones de Co2.
La transición hacia la energía hidroeléctrica en Ecuador ha obtenido resultados significativos en términos de reducción de la dependencia de la energía termoeléctrica y la adopción de fuentes de energía más limpias y renovables.
Sin embargo, aún existen desafíos y oportunidades de mejora en el camino hacia una matriz energética más sostenible. Es fundamental seguir impulsando la investigación y el desarrollo de tecnologías renovables, como la energía solar y eólica, para diversificar aún más la producción de energía en el país y reducir los impactos ambientales y sociales asociados a la energía hidroeléctrica.
Informa Ecuador