Las Américas es la única región del mundo donde la mortalidad por suicidio ha ido en aumento desde el año 2000. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la tasa promedio en la región es de nueve casos por cada cien mil habitantes. Sólo en 2019, se quitaron la vida 97 mil personas.
Se trata de un fenómeno complejo y multifactorial. “No existe una causa única que pueda explicar las tasas crecientes, sino que, más bien, existe una combinación de factores individuales, sociales y culturales”, señala a DW el Dr. Matías Irarrázaval, asesor regional en salud mental de la OPS.
Entre ellos, factores socioeconómicos, como desempleo o pobreza; problemas de salud mental no tratados, como la depresión; falta de acceso a atención médica; experiencias traumáticas, como abuso, acoso escolar y la muerte de un ser querido; falta de apoyo social o aislamiento, conflictos familiares, uso de sustancias y acceso a objetos o medios letales.
El 79% de los suicidios en la región son cometidos por hombres. Un reciente informe de la OPS indica que, en la medida que aumenta el gasto público en salud y la cantidad de médicos por habitante, se reducen los suicidios, y que es urgente apoyar a las personas que habitan en zonas rurales aisladas.
Irarrázaval observa que “la pandemia ha tenido un impacto significativo en la salud mental y ha exacerbado muchos de los factores que contribuyen al riesgo de suicidio”. Sin embargo, la evidencia de su impacto es mixta, y se necesitan más estudios para comprender mejor esa correlación.
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