El 18 de septiembre iniciaron los apagones programados que han ido desde cuatro hasta 12 horas en algunas provincias. Para las siguientes 3 semanas, está anunciado un cronograma que va desde 8 horas hasta 4, según el anuncio oficial.
Catastrófico, preocupante e incierto: son calificativos que usan los ecuatorianos al comentar este primer mes de apagones en que se desconoce cuándo terminarán.
Y el malestar se extiende a los problemas generados por los cortes: desde una información que no siempre corresponde a los horarios en que se producen los cortes, hasta incremento de inseguridad y pérdidas graves de producción nacional.
Pero hay además los daños causados en los hogares: electrodomésticos afectados, imposibilidad de cumplir con las jornadas laborales en oficinas que no tienen generadores, problemas para estudiar e incluso para cocinar, por el uso generalizado de cocinas de inducción.
Los sectores productivos alertan de impactos en el empleo, mientras desde el Ministerio de Trabajo, su máxima autoridad indica que no existen despidos masivos. Esto lo explica el presidente de la CAPEIPI, Francisco Vergara, al indicar que al ser trabajo informal, no se refleja en las cifras oficiales, pero que el desempleo está en crecimiento, o al menos el riesgo de que ocurra.
El clamor ciudadano en todo caso es que la situación se solucione de una vez por todas y tiene un origen claro: el incumplimiento del Plan Maestro de Electrificación que en los últimos 7 años no se ha cumplido ni ha incorporado los megavatios requeridos para que la demanda sea cubierta con la oferta.
Paul Villagómez, gerente de EPN Tech, de la Escuela Politécnica Nacional, explica que hasta 2022 debieron ingresar 450 MW nuevos, pero no ocurrió con ninguno y, para la recuperación termoeléctrica, debía ser para ese año 500 MW.
Destaca además que hace algunos años Ecuador estaba entre los cinco mejores países en energía limpia al basar el 90% de su generación en hidroelectricidad y que equilibraba la atención a la demanda con el parque termoeléctrico, lo cual en esta crisis no ha ocurrido por la vetustez y la falta de mantenimiento de estas centrales.
La hidrología de la cuenca amazónica, ampliamente estudiada en el Ecuador desde los años 80, ubicó sus mayores centrales en esa zona, entre las que destaca la mayor plantea con que cuenta el país, Coca Codo Sinclair, que incluso en tiempos de crisis y sequía, ha llegado a generar hasta 1.400 MW.