Largas filas de vehículos que arrancan desde las estaciones de servicio evidencian la aguda escasez de diésel y gasolina en Cuba, con negativos impactos en una economía muy dependiente de su importación y con un aporte todavía insuficiente de las fuentes renovables en su mix energético.
“La cantidad que sirven en las gasolineras no da abasto y la cola (fila) apenas avanza porque, además, hay muchas irregularidades y corrupción. Es desgastante”, confesó el ingeniero Rolando Estupiñán, quien conducía un viejo modelo de la marca Lada, de fabricación soviética. Cuando conversó con IPS en La Habana estaba aún muy distante de los surtidores de la estación y había perdido la esperanza de trabajar ese día.
Lisbet Brito, una contadora residente en la capital cubana, lamentó en intercambio con IPS que “las guaguas (buses públicos) demoran mucho. Los carros (automóviles) privados están haciendo tramos más cortos y cobrando más. No hay bolsillo que aguante. Se complica mucho ir a trabajar, a la escuela, un turno médico o cualquier gestión”.
Para Brito otro temor “es que los precios de los alimentos agrícolas aumenten más o disminuya la oferta, si la escasez de petróleo dificulta abastecer los mercados”.
Factores externos e internos, incluido el déficit de combustible, influyen en bajas producciones agropecuarias, insuficientes para satisfacer el consumo de los 11,1 millones de habitantes de este país caribeño.
El panorama se hace todavía más complejo por los desequilibrios macroeconómicos, con dolarización parcial, elevada inflación y depreciación de salarios y pensiones, lo cual asfixia las economías familiares.
Asiel Ramos quien con su vehículo particular brinda servicios de taxi en esta urbe de 2,2 millones de habitantes, justificó el incremento de sus tarifas “porque el litro de diésel se disparó” en el mercado negro, donde oscila desde el equivalente a poco más de un dólar hasta tres, lo que contrasta con un salario medio que ronda los 35 dólares.
“Pago impuestos y tengo que mantener el carro funcionando para que mis hijos y esposa coman. No puedo pasarme días para abastecer, y cuando se acabe, volver a lo mismo. Si compro por la ‘izquierda (en forma ilegal)’, tengo que subir el precio”, argumentó Ramos a IPS.
Para los desplazamientos, una mayoría de la ciudadanía depende del sistema público de transporte, basado principalmente en autobuses y con precios más económicos. Pero el crónico déficit de equipos, piezas de repuesto, lubricantes y otros insumos, sumados a la escasez de combustible mantiene un servicio irregular cuya expresión elocuente son las paradas llenas.
Medidas
La carencia de combustible llevó a las autoridades a anunciar la noche del martes 25 la cancelación de los tradicionales desfiles por el Primero de Mayo, el Día Internacional de los Trabajadores, por otras actividades como actos políticos o actos de concentración en centros laborales, comunidades y municipios, bajo el principio de “racionalidad y máxima austeridad» y con el empleo del transporte indispensable.
En el caso de la capital, en vez de la marcha de trabajadores por la Plaza de la Revolución José Martí, se convocó para ese día a una concentración en el Malecón habanero, con unas 120 000 personas que acudirán a pie, provenientes de cinco de los 15 municipios habaneros.
El 17 de abril, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, aseguró por televisión que la causa fundamental de la escasez de diésel y gasolina está relacionada con el incumplimiento de los compromisos por parte de suministradores.
Señaló que el embargo estadounidense “dificulta muchísimo conseguir barcos para transportar el combustible, poder buscar los financiamientos y cumplir requisitos que son normales en estos contratos”.
En noviembre, durante la gira del presidente Miguel Díaz-Canel por Argelia, Rusia, Turquía y China, se firmaron convenios con algunos de estos países para el suministro estable de hidrocarburos, la generación de energía y la modernización de las termoeléctricas.
Venezuela y Rusia aparecen como los principales suministradores energéticos de la isla.
El domingo 23, el director general de la empresa estatal Unión Cuba Petróleo (Cupet), Néstor Pérez, declaró a medios nacionales que “uno de los suministradores más cercanos a pesar de tener innumerables limitaciones productivas… ha garantizado el suministro de algunos productos (crudo refinable y derivados) que alivian en algo la situación existente, pero no cubren todas las demandas de la economía y de la población”.
Presumiblemente Pérez se refería a Venezuela, aunque no lo dijo, porque ese país ha sido el mayor suministrador de hidrocarburos este siglo, aunque por su propia crisis interna ha bajado netamente sus aportes.
De la O Levy acotó que a partir de negociaciones con proveedores internacionales se prevé una mejoría en mayo, aunque la disponibilidad de carburantes no alcanzará los índices de 2017 o 2018, cuando el país presentaba una situación más favorable.
Con las reservas se priorizan los servicios de salud y necrológicos, la transportación pública y de mercancías, al igual que la cosecha de la papa (patata), indicó el funcionario.
El gobierno de La Habana, que con estatus de provincia engloba los 15 municipios capitalinos, limitó la venta de diésel hasta 100 litros por vehículo y hasta 40 litros, en el caso de la gasolina. En las restantes 14 provincias también se dispusieron medidas de racionamiento.
Varias universidades pospusieron la entrada de los estudiantes becados para la primera semana de mayo, y anunciaron clases y consultas en línea.
También están afectadas las ventas de gas licuado de petróleo (GLP), con más de 1,7 millones de consumidores, si bien el próximo arribo de un barco con el producto debe devolver estabilidad al servicio, según funcionarios.
Déficit de generación eléctrica
Tal situación coincide con roturas y reparaciones en algunos de los 20 bloques de generación termoeléctrica, con un promedio de explotación de más de 30 años.
Estas industrias procesan, en su mayoría, el pesado crudo nacional, con un contenido de azufre de entre siete y 18 grados API, lo cual exige ciclos de reparaciones más frecuentes y a veces postergadas por falta de financiamiento.
Alrededor de 95 % de la generación eléctrica en Cuba proviene de fuentes fósiles.
La isla consume unas 8,3 millones de toneladas de combustibles anuales, de las cuales casi 40 % lo aporta la producción nacional.
El presidente Díaz-Canel explicó el día 14 que debido a la cantidad de bloques de generación en reparaciones “hemos tenido que depender más de la generación distribuida que consume en lo fundamental diésel”, en referencia a los motores fuel y grupos electrógenos diésel emplazados en los 168 municipios del país.
Los déficits de generación provocan apagones, aunque de menor magnitud a los cortes de 10 a 12 horas diarias que durante gran parte de 2022 afectaron a distintos territorios y motivaron protestas y cacerolazos en barriadas de varios municipios.
El resto de la generación eléctrica proviene del gas acompañante del petróleo nacional, unidades flotantes (patanas) alquiladas a Turquía, mientras las fuentes de energías renovables aportan apenas 5 %.
La actual situación energética ocurre a las puertas del tórrido verano, cuando las temperaturas superiores a 35 grados Celsius aumentan el uso de ventiladores y equipos de climatización, al tiempo que una mayoría de los 3,9 millones de hogares dependen de la electricidad para la cocción de alimentos.
Impulsar fuentes renovables
“Hay que impulsar más las fuentes renovables y estimular un cambio de vehículos con más de medio siglo, que “tragan” mucho combustible y contaminan, por otros más modernos y eficientes”, dijo a IPS el informático Alexis Rodríguez, residente en la oriental ciudad de Holguín.
La transformación de la matriz energética nacional es considerada por el gobierno un asunto de seguridad nacional, y como parte de los planes aspira a que 37 % de la electricidad provenga de energías limpias en 2030.
Desde 2014, Cuba dispone de la Política para el desarrollo perspectivo de las fuentes renovables de energía y su uso eficiente, y en 2019 el decreto ley 345 estableció regulaciones para aumentar la participación de estas en la generación de electricidad y disminuir progresivamente la de los combustibles fósiles.
Tan significativa transformación necesitará de inversiones por unos 6000 millones de dólares, estiman autoridades del sector, lo cual constituye un desafío para un país con sus principales fuentes de ingreso menguadas, y pendiente de reiniciar los pagos de intereses de su deuda con acreedores internacionales.
“También es importante estimular el uso de bicicletas y vehículos eléctricos, pero deben venderse a precios razonables, con créditos incluso, garantizar piezas de repuestos y mejorar la infraestructura”, agregó Rodríguez.
Al transporte público capitalino se han sumado además de ómnibus híbridos, un centenar de vehículos eléctricos ligeros que contribuyen de manera discreta a la micromovilidad ciudadana y bajas emisiones de carbono.
En años recientes la Aduana flexibilizó disposiciones para que ciudadanos y empresas importen paneles solares. A falta de datos oficiales, no se aprecia un aporte significativo de tales medidas.
Favorecen asimismo la movilidad de personas y familias medidas para importar, así como el ensamblaje en la isla; de bicicletas, motos y vehículos eléctricos de tres y cuatro ruedas, de los cuales se estima circulan más de medio millón de medios.
No obstante, los elevados precios y comercialización únicamente en divisas frenan su adquisición masiva. Como elemento en contra también se mantiene la dependencia a la red eléctrica nacional para recargar las baterías y la ausencia de estaciones de servicio.
Con información de IPS