La madrugada del jueves 13 de marzo de 2025, la Penitenciaría del Litoral, la prisión más temida de Ecuador, fue nuevamente escenario de violencia extrema. Un coche bomba explotó cerca del penal, sacudiendo una vez más este centro carcelario, cuyo historial está marcado por numerosas masacres y enfrentamientos.
Un centro penitenciario en caos
Este es el cuarto ataque registrado contra la Penitenciaría del Litoral en menos de un año, un lugar que ha sido el epicentro de al menos siete episodios violentos en tiempos recientes. En los últimos cuatro años, más de 500 reclusos han perdido la vida en sus muros, aumentando la percepción de descontrol dentro del sistema penitenciario ecuatoriano.
El atentado se da en medio de un contexto de creciente violencia y desbordamiento de las instituciones de seguridad, con un estado de excepción vigente en el país. En este marco, el gobierno de Daniel Noboa ha implementado el controversial plan de seguridad Fénix, cuyas características aún no son del todo claras. Las fuerzas de seguridad han intensificado la militarización de ciertas áreas, tratando de contener la escalada del crimen organizado.
Las secuelas del atentado
La explosión dejó una estela de destrucción. Se destruyeron seis vehículos, dos de los cuales quedaron completamente incinerados. Las víctimas incluyen a un agente penitenciario muerto y dos personas heridas, entre ellas un policía que se encontraba en el cerco de seguridad externo. Estos detalles fueron confirmados por las autoridades locales, quienes aún siguen investigando el origen del ataque.
El impacto del coche bomba fue devastador. La explosión afectó un área de 130 metros de radio, con escombros que volaron más de 50 metros. Las ondas expansivas destruyeron vidrios y puertas enrollables de los comercios cercanos, dejando una estampa de caos en las calles alrededor del penal. La Policía Nacional investiga la posibilidad de que el vehículo utilizado en el atentado haya sido robado y qué tipo de explosivo se empleó.

¿Qué hay detrás de la explosión?
Las autoridades manejan varias hipótesis sobre las motivaciones detrás del ataque. Una de ellas apunta a los recientes cambios dentro del centro penitenciario, específicamente en el pabellón 3, donde ocurrió la masacre de noviembre de 2024. Este pabellón, bajo el control de la banda criminal Los Duendes, ha visto movimientos que podrían haber alterado el equilibrio de poder dentro de la prisión. Los Duendes se oponen a los traslados de internos, ya que perciben que esto favorece a sus rivales, Los Lobos.
Otra teoría apunta a un conflicto más amplio entre los Grupos Armados Organizados (GAOs), como Los Choneros y Los Lobos. Estos grupos habrían intensificado sus ataques como respuesta a las políticas del gobierno, que se centran en desarticular sus estructuras operativas.
La zona afectada: un paisaje desolador
En las primeras horas del día, los alrededores de la Penitenciaría del Litoral se presentaban como un campo de escombros. Agentes de la Policía Nacional recorrían la avenida Daule, recogiendo las vallas metálicas que habían sido esparcidas por la explosión. Mientras tanto, los comerciantes comenzaban a limpiar los vidrios rotos de sus escaparates.
La respuesta institucional no se hizo esperar. La empresa municipal Segura EP desplegó recursos logísticos y tecnológicos para apoyar a la Policía Nacional. Además, el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil acudió rápidamente al lugar para asegurar la zona. Por su parte, la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) se encargó de regular la circulación vehicular y garantizar la seguridad vial en la zona afectada.
Un panorama de violencia sin freno
La violencia en Guayaquil sigue en aumento. En los primeros tres meses de 2025, ya se han registrado más de 1.500 homicidios, un aumento alarmante en comparación con el mismo periodo del año anterior. La masacre ocurrida en el barrio Socio Vivienda 2, donde 22 personas fueron asesinadas en un enfrentamiento entre facciones de la banda Los Tiguerones, es solo uno de los episodios más sangrientos de esta crisis.
En el Distrito Metropolitano de Guayaquil, que incluye los cantones de Durán y Samborondón, los homicidios aumentaron un 90%, pasando de 336 a 641. En distritos como Nueva Prosperina, las cifras también son alarmantes. En este sector, las muertes violentas se dispararon de 27 en 2024 a 171 en 2025, mientras que en Durán se incrementaron de 94 a 148.
La realidad de la seguridad en Guayaquil
La inseguridad sigue siendo uno de los principales desafíos del país. A pesar de los esfuerzos por controlar las áreas dominadas por los narcotraficantes, los ataques como el ocurrido en Socio Vivienda 2 evidencian lo frágiles que son estos avances.
Grupos criminales como Los Tiguerones, Los Choneros y Los Lobos continúan reforzando su presencia en la ciudad. Esto pone en duda la efectividad de las estrategias implementadas hasta ahora, mientras las autoridades luchan por recuperar el control de territorios clave en la lucha contra el crimen organizado.








