La reciente decisión de Estados Unidos de imponer un arancel del 10% a todos los productos ecuatorianos ha generado un intenso debate en Ecuador. La Cancillería defendió la medida, argumentando que es parte de una política común aplicada a varios países y que no se trata de sanciones, sino de una tarifa comercial.
Sin embargo, el exvicecanciller Fernando Yépez Lasso calificó esta postura como «torpe e indigna». En su cuenta de X (antes Twitter), criticó la respuesta diplomática del gobierno, destacando que las políticas arancelarias no dependen de afinidades ideológicas, sino de estrategias comerciales que protegen los intereses nacionales.
El comunicado oficial: una imposición «celebrada como logro diplomático«
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador trató de restar importancia al arancel, destacando que solo se impondrá un 10%, sin medidas adicionales ni sanciones especiales para el país. También justificó la medida de Estados Unidos, diciendo que los aranceles más altos se aplican a gobiernos considerados como «dictaduras» en Latinoamérica.
Este enfoque adoptado por el gobierno ecuatoriano, para muchos analistas y políticos es una respuesta sumisa que no defiende los intereses de los consumidores, de los exportadores y mucho menos del país.
Yépez Lasso: coherencia en la diplomacia
Yépez Lasso insistió en que la actitud sumisa de Ecuador ante esta imposición «genera desprecio, no respeto». Para él, una política arancelaria es una herramienta económica basada en principios de equidad, no en intereses políticos momentáneos.
El exvicecanciller criticó al gobierno por celebrar la imposición de esta tarifa arancelaria que pone en peligro la competitividad del país.
Ecuador: entre la diplomacia y el marketing político
Internacionalmente, la decisión de Estados Unidos ha sido rechazada por varios países de Europa y Latinoamérica, quienes la consideran un «gran error» y piden aclaraciones para mitigar sus efectos negativos.
Lo más sorprendente es la postura ecuatoriana. El gobierno ha celebrado el arancel como un «logro diplomático» y lo ha utilizado, en pleno contexto electoral.
El doctor Inty Gronneberg, experto en innovación y emprendimiento, ve en esta actitud «marketing político disfrazado de diplomacia». Según él, el gobierno intenta ocultar una falta de estrategia seria frente a la crisis.